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07.06.2017

Los límites ayudan a crecer



¿Qué es un límite? Es la posibilidad de brindar al niño, que está bajo la responsabilidad del adulto, la posibilidad de crecer, de poseer un marco de contención y de seguridad a ciertas conductas desbordantes y muchas veces de angustias, que se producen en los niños.

El adulto es la barrera de contención. Utilizando metafóricamente las disposiciones de la naturaleza para con los ríos, se dirá que el adulto es el dique del embalse que necesita el niño para desarrollar su confianza en sí mismo, su autonomía.

¿Qué sucede cuando el límite está ausente? El río que nace en la desembocadura del dique comienza a desbordarse. Ahí es cuando se observan algunos aspectos que deberán revisarse para que la niñez, puede nutrirse de contenciones más saludables.
Los niños, cual diamante en bruto, dependen de las manos de su lapidario, para lograr la joya preciosa o la más apreciada.

Por ello se sostiene que los enemigos de los límites los podemos encontrar en:
- Padres pocos seguros de sí mismos y con poca autoestima que desean ser aceptados por sus hijos.
- Padres que ponen reglas y límites en un aspecto (por ejemplo el estudio) y no respecto a otras conductas que también deben ser ordenadas y corregidas.
- Padres que piensan que deben tolerar todas las conductas de sus hijos, que nunca se les debe decir que no porque les provoca daño.
- Asumir que basta ser un buen proveedor para ser un buen padre/madre.
- Pensar que con estarle repitiendo las cosas hará caso.
- No poder asumir que no es posible que nuestros hijos estén contentos todo el tiempo.

Estos ítems mencionados a modo de ejemplos, son solo algunos que muestran con claridad los obstáculos que hoy se pueden observar en las crianzas de los niños, encuadrados en una sociedad más dependiente de procesos tecnológicos, de modismos, descuidando aspectos fundamentales. Los cuales no se pueden perder en el cauce del río, en el horizonte de criar a un niño, ya que su ausencia produce las sintomatologías rotuladas con distintos diagnósticos, en escuelas u otros espacios sociales.

El límite es otorgado con cariño, permite evidenciar el apego como una forma de contención y de comprensión.

Con las normas claras, los niños saben que alguien los contiene, cuida y protege, se sienten amados y respetados.

Además, un buen concepto de norma internalizado desde pequeños, los ayuda a adaptarse al mundo externo de su seno familiar, a relacionarse con los otros y entender la autoridad.

Es necesario desde bebe, transmitir la seguridad de que el adulto, responsable de su crianza, está atento a sus necesidades y realizando de estos espacios, como es la espera al preparar la leche, un aprendizaje óptimo.

Hábitos y rutinas, son necesarias ir construyéndolas mientras el niño crece. Marcará el camino de acuerdo a la edad en que transcurre el niño.

No se convertirán en impedimentos en el crecer. Si un bebé intenta tocar un enchufe, no se le permitirá ni el acercamiento a él, pero si puede optar por un libro de cuentos, o un juguete. El sentarse a la mesa y compartir ese momento familiar, puede ser en algunos casos un momento de fastidios, ya que el niño no se queda sentado. Habrá que poner en juego estrategias que inviten a sentarse al niño y compartir ese momento, de una manera sostenida, para finalmente lograr un aprendizaje ante ese acto en particular.

Además considerar que circule la palabra en ese momento, es fundamental. De esos espacios se nutre la historicidad de los niños, fortificando el desarrollo.

La PALABRA, el CUERPO y el AMOR son las expresiones de mayor resultado en la puesta de límite. El vínculo transferencial de amor que sostiene con el adulto encargado de su crianza permite un lazo emocional, por eso es tan importante transmitir a través de la palabra emociones amorosas y transparentes.

Vale aclarar, que cuando hablamos del cuerpo como expresión para poner límite, es aplicable a tomar al niño para que no se acerque al enchufe, es poner el cuerpo en acción ante una conducta de riesgo.

La claridad con que se dicen las normas, hábitos, costumbres será el resultado del entendimiento en el niño. Además es importante el sostenimiento sobre lo que pretendemos. No se pueden cambiar las normas de acuerdo a los estados anímicos de los adultos. Por ejemplo lavarse los dientes antes de acostarse, no gritarle a la abuela, que levanten sus juguetes, que acomoden su dormitorio, que se acuesten a las diez. Las normas no pueden ser confusas, tampoco inconstantes, son claras y acordes a su edad.

Es por eso que la coherencia debe primar. A veces, los adultos no coinciden entre sí ante una postura de límite. Esto deberá resolverse entre ellos, sin involucrar al niño ya que él no sabrá qué hacer ante decires diferentes. Lo mejor es que al niño le llegue lo acordado entre los adultos.

El no cumplir con los límites debería tener consecuencias, que no necesariamente será un castigo. Sino que ante no levantar los juguetes, no podrá sacar otro.

Los niños que pueden fijar normas construirán una adolescencia buena, un cauce sano de su propio río.

Entonces el límite dependerá de padres que no se borroneen, que actúen como adultos, marcando asimetría, de la convicción de que es importante la puesta de límites. Entendiendo que EL NO ES PARTE DEL SI…EL SI ESTIMULA A LA ACCIÓN Y EL NO, AL CRECIMIENTO.

Para concluir se invita al lector a ser parte, y acompañar a construir, en nuestras crianzas, su propios causes, para que corran el menor riesgo de desbordes posibles.


Psp. Sandra Marengo
Psicopedagoga
M.P. 34-1275